Luis Lacasa nació en Ribadesella, España, en 1899. Realiza los tres primeros cursos de arquitectura en Barcelona, pero en 1918 se traslada junto con su familia a Madrid, donde termina sus estudios en 1921 junto a otros grandes arquitectos como Arnal, García Mercadal o Colás. En este mismo año viaja a Alemania para ampliar sus conocimientos sobre la técnica del hormigón armado, pero termina especializándose en urbanismo en la Oficina de Urbanización de Dresde, en la que estudia hasta 1923. Durante su estancia en este país tiene la oportunidad de conocer a fondo el urbanismo y la arquitectura alemana, inglesa y francesa, además de visitar la Bauhaus.
Tras su vuelta a España en 1923, Lacasa se da rápidamente a conocer gracias a las múltiples conferencias que da sobre el urbanismo alemán, a sus artículos publicados en la revista Arquitectura (de la que forma parte del comité de redacción a partir de 1924) y a los numerosos concursos de arquitectura y urbanismo que gana, como el concurso para la Fundación Rockefeller(1927-1928), junto a Sánchez Arcas; el concurso para el Hospital Provincial de Logroño(1930); el concurso para el Hospital Provincial de Toledo (1931), junto a Sánchez Arcas y Solana; el concurso de pueblos en los márgenes regables del Guadalquivir (1934), en colaboración con Martí, Esteban de la Mora y Torroja; o el concurso para el Plan de Extensión de Logroño (1935).
Forma parte del grupo que organiza el I Congreso Nacional de Urbanismo y participa en el XI Congreso de Arquitectura en 1925. Es nombrado secretario del IX Congreso de Arquitectura en 1926 y en 1930 participa en la creación del Colegio de Arquitectos. Su intensa labor dentro del panorama arquitectónico español y sus amplios conocimientos urbanísticos le valen para entrar a trabajar en la Oficina Técnica de la Ciudad Universitaria en 1927, y dirigir y organizar la Oficina de Urbanización del Ayuntamiento de Madrid a partir de 1931. Tanto en una como en otra, Lacasa practica fundamentalmente el urbanismo: en la Ciudad Universitaria hace un planeamiento local, mientras que en la Oficina de Urbanización hace un planeamiento urbano.
En la Ciudad Universitaria, una de las obras más representativas del período de transición de la monarquía a la República, además de sus trabajos de planeamiento urbano, proyecta y dirige las obras de los campos de deporte (1930), junto a Sánchez Arcas, y un grupo de residencias con dormitorios, biblioteca, sala de reuniones, comedor y cocina (1935). Trabajando en la Oficina de Urbanización del Ayuntamiento de Madrid colabora en diversos proyectos para esta ciudad, como el proyecto de extensión (1931), junto a Colás y Esteban de la Mora, y el proyecto de reforma interior (1933).
Tras convertirse en un conocido arquitecto, es enviado como Arquitecto Jefe para la construcción del Pabellón de España en la Exposición Universal de París de 1937. Para su realización Luis Lacasa colabora con el también español Josep Lluis Sert. Antonio Bonet Castellana que se encuentra por entonces trabajando en París en el estudio de Le Corbusier participa también en la dirección de las obras. Lacasa vuelve a España en 1938, pero un año más tarde se ve obligado al exilio, trasladándose a Moscú, donde trabaja como arquitecto en la Academia de Arquitectura de la URSS hasta 1941. Luis Lacasa Navarro fue uno de los tres arquitectos españoles (los otros fueron Manuel Sánchez Arcas y Bernardo Giner de los Ríos) que en 1940 el franquismo victorioso inhabilitó a perpetuidad tras la Guerra Civil para el ejercicio público y privado de la profesión, en el correspondiente procedimiento de depuración
En sus “Notas autobiográficas” (Escritos 1922-1931), publicadas diez años después de su muerte – y uno después de la de Franco – por el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, recuerda Lacasa la decisión de su compromiso político que le llevó finalmente al Partido Comunista y al exilio en la URSS. Tras haber intentado reformar la situación de la arquitectura y del urbanismo en la España de los 20 en el ámbito profesional. Vivió el exilio principalmente en la Unión Soviética, con un interludio en China vinculado por una parte, a Sánchez Arcas que permanece allí hasta su traslado a Polonia y su posterior marcha a Berlín, y por otra con la familia Sancha, que termina en vínculo matrimonial con Soledad, traductora de Álvarez del Vayo, hermana de Clara, casada con el escultor Alberto (Sánchez). La vida personal y arquitectónica de Luis Lacasa terminó decidiéndose, como la de tantos españoles, en el torbellino de los conflictos de la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Nunca más dirigió una obra y su exilio fue un amargo período de supervivencia como reflejan sus Memorias inéditas
Luis Lacasa intentó regresar a España en 1960, pero tras haber obtenido un permiso para visitarla, fue obligado a abandonar el país al cabo de un mes en circunstancias mezquinas, que Carlos Sambricio resume así
“El viaje, en lo personal, entiendo fue un éxito enturbiado por un mal final: recibido afectuosamente por un Fonseca (el antiguo “camisa vieja”, también caído en desgracia desde 1939 por su enfrentamiento con Bidagor y relegado desde el final mismo de la Guerra a cargos menores) que alentaba, ayudaba y apoyaba –por lo que reconoce el propio Lacasa en sus Memorias– el retorno del exilado así como por un Rafael de la Hoz (quien prometía pasarle encargos, caso consiguiera volver) y con palabras de ánimo por parte de Pedro Bidagor, las dificultades vinieron de un Miguel Ángel García Lomas –Director General de Arquitectura– quien forzó su expulsión del país, conminando la policía a Lacasa a marchar en un plazo máximo de 24 horas. El obligado retorno –llegado a Moscú– le conduciría al desánimo, a “… una sensación de imposibilidad de irme a otra parte; y más concretamente, de volver a España””. (El exilio arquitectónico en el este de Europa, p. 239). García Lomas fue el último alcalde franquista de Madrid, posterior a Arias Navarro y murió en el cargo en 1976. Antón Capitel lo considera “algo así como el comisario político de Franco para cuestiones de arquitectura” (“Mis memorias de la Escuela de Arquitectura“)
Tras ser expulsado de nuevo de España en 1960, desanimado vuelve de nuevo a Moscú, donde trabaja en el Instituto de Historia del Arte de la Academia de Ciencias, realizando varios trabajos sobre arquitectura contemporánea de Occidente hasta su muerte. Luis Lacasa falleció en Moscú en 1966.
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